sábado, 25 de mayo de 2013

Frágil


Un software malicioso se cuela por los poros de la piel, atrevesando la epidermis camuflado en el  inofensivo aire fresco del lugar más aparentemente seguro e inocuo: niños que corretean tras una pelota de cuero marrón, madres en los bancos de madera, unas con velo otras no.  "Un caballo de Troya que no sabe trotar sin hollar azulejos silvestres", un cigarro sentado en el alféizar de la ventana, una mirada otoñal que se resiste a desposeerse de la bufanda de lana, que no quiere que lleguen los cielos azules y calientes que ya han llegado y la relegaran al ropero.

"Cosas de quita y pon, mariposas de sangre marrón" que vuelan atolondradas dentro de la pantalla, un espectáculo tonto que ni asombra ni deleita, únicamente atonta. No sé produce comunicación alguna si acaso lumínica, retinas húmedas, destellos cromáticos en la penumbra de la habitación vacía.
Un retraso, un bloqueo, un colapso, palabras que mueren antes de ser pronunciadas, pensamientos que no llegan a ser pensados, algo tan poco veraniego que niego que lo escribí yo.

Al fin la espora se activa y abre una puerta trasera  (backdoor que dicen los entendidos) en este ser enlatado, le resulta sencillo pasar desapercibida. Pero ha equivocado el tiro, aquí hay poca información que robar y manejar este equipo sería una tarea ingente, habría que resucitarlo. Para conseguirlo no hay nada mejor que una buena canción...







Nota: Los entrecomillados forman parte de los versos de No Permita la Virgen de Sabina cuyo video da vida a esta entrada que nació muerta. Eso sí el caballo de Joaquín es de Atila.



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