Malditos códigos, con esto no voy a terminar nunca y tengo que entregar el informe mañana. Y si llamo a Rafa, igual sabe de que va esto. Un domingo por la tarde, no se puede estar así. El infeliz de mi jefe estará rascandose la barriga tirado en el sofá viendo el fútbol. !Mierda!
En estas estaba Juan con su rostro crispado iluminado por el monitor y un Marlboro humeante entre sus dedos. Al estudio llegaba el ruido de la tele y el aroma que provenía de la cocina. Seguramente ella estaría haciendo una tortilla de patatas. Los domingos era costumbre, a María le relajaba el ritual, freir las patatas, cuajarlas...
De repente suena el teléfono, bien mirado los teléfonos siempre suenan de repente, rompiendo la dinámica de un espacio. Juan sigue obcecado refunfuñando.
- Cariño ha llamado mi prima y la cena está casi lista, habrá que poner la mesa, ¿no?
- Le molestaba tanto que le mezclase las cosas, que tenía que ver su prima con la mesa y con la tortilla.
Ya cenando, tenemos un bautizo, ha quedado rica la tortilla, no está seca, verdad. Ha llamado mi prima, la del pueblo, no sé si has oído el teléfono, que te quedas abducido con el dichoso ordenador. Pues nada que bautizan a la niña el domingo que viene, me lo ha soltado así de sopetón. Así que me tocará comprarme un vestido, la pelu, ya sabes. Ya podía haber avisado antes.
Juan con un trozo de tortilla en la garganta. Un bautizo, ¿por la iglesia?
A ver, no va a ser por lo civil, qué cosas tienes.
La mano izquierda a la frente, tenedor incluido, lo que faltaba, un domingo completo, si señor.