Buceando en tiempos pasados, tiempos analógicos, a uno le da por mirar por el retrovisor. Una forma como otra cualquiera de recordar y verse reflejado. Me he topado con este breve relato que escribí en su día.
"En una pequeña habitación en penumbra, Lou Reed interpreta por enésima vez Vicious. Mara sonríe en la oscuridad, la bombilla roja ilumina levemente los rasgos dulces de su rostro, los austeros se esconden en la oscuridad. El negativo está perfectamente colocado en el porta de la ampliadora, las sales de plata deseosas de alquimia esperan impacientes el flechazo, el discreto fogonazo.
"En una pequeña habitación en penumbra, Lou Reed interpreta por enésima vez Vicious. Mara sonríe en la oscuridad, la bombilla roja ilumina levemente los rasgos dulces de su rostro, los austeros se esconden en la oscuridad. El negativo está perfectamente colocado en el porta de la ampliadora, las sales de plata deseosas de alquimia esperan impacientes el flechazo, el discreto fogonazo.
tic- tac-tic-tac
La instantánea latente bucea en líquidos milagrosos. Mara sonríe al ver la figura en grises de Lucía, su mirada tierna y su cuerpo voluptuoso. Recuerda noches de risas, besos y sábanas revueltas. La segunda cubeta es una estación de transito, un suspiro previo al coito que enreda sus cuerpos.
Mara enciende un Golden Virginia.
tic-tac-tic-tac
Besa la fotografía aún húmeda tras el breve lavado acuoso y vuelve a sonreír.
Mara está enamorada."
El título lo tomé prestado de una canción preciosa de Aute, "Queda la música" que todos conoceréis.
"Miro el instante que ha fijado
la fotografía,
ríes con la timidez de quien
le avergüenza la risa.
Quince años que sujeto entre mis brazos
al compás del último disco robado.
Nada queda en ese trozo de papel,
todo es alquimia..."
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