Anochece. Sala comedor. Funcional, aséptica. Tres mesas blancas, sillas de plástico azules, al fondo encimera: microondas, cocinilla eléctrica, pila lavaplatos. Dos trabajadores del turno de tarde ataviados con la vestimenta proporcionada por la corporación almorzando sin prisas. Entra el jefe de mantenimiento.
Jefe de mantenimiento: Qué aproveche. (sin esperar respuesta prosigue acelerado) Chicos ya está operativo el tornillo de arquimedes nº2. No obstante, si no es necesario seguid funcionando con las bombas, por otra parte hemos arrancado el compresor nº2, vigilad la presión y ya operáis como sea necesario, eso es cosa vuestra.
Los empleados escuchan algo aturdidos tanta información tan inesperada.
Operario 1:Vale, no te preocupes... ¿Ya te marchas?
Jefe de mantenimiento: Sí.
Operario 1: A ver a tu niño...
Jefe de mantenimiento: Claro (sonrisa estúpida en la cara)
Operario 2: Para cuando llegues ya estará dormido (con sorna y cierto desinterés)
Jefe de mantenimiento: No (medio indignado)
Operario 1: Puedes pedir una reducción de jornada, ¿no?
Jefe de mantenimiento: Con el trabajo que tenemos es inviable. Si ya no damos a basto, como para andar con reducciones.
Operario 1: Pero tú mujer trabaja...
Jefe de mantenimiento: Bueno ( incómodo ante tanta alusión a su vida personal, bajando la voz) hemos contratado una chica... Venga hasta mañana.
Ambos trabajadores: Hasta mañana ( al unísono)
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Una pequeña escena que puede hacer reflexionar sobre lo estúpido que puede llegar a ser esta sociedad en la que vivimos. Un padre primerizo con un bebe de tres meses, un hombretón que cuando le mencionan a su niño, se enternece ostensiblemente. Tiene interiorizado que la empresa le necesita full time, lo que debido a la carga de trabajo es cierto. Pero igual de cierto es que su vida familiar le reclama.
La sacrosanta productividad en lo alto de la pirámide, lo demás es secundario. Las grandes corporaciones contratan jefes intermedios jóvenes, treintañeros ayudados por algún becario a media jornada. Estos se convierten en delfines de los anteriores y si cumplen su trabajo eficientemente, sus jornadas se van alargando, no así su sueldo. Habitualmente consiguen su objetivo, acabar de jefecillos en otras estaciones menores de la corporación, siguiendo el proceso que terminará convirtiéndoles en unos "idiotas" estresados más.
Los trabajadores desmotivados (otro tipo de idiotas) observan el proceso como quien observa la metamorfosis de un insecto.
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