Deja que te diga, nena,
que lo nuestro no es equitativo,
todas las noches que estoy contigo
tu eres quien come, yo soy comido.
Me he animado a escuchar el nuevo disco de
Extremoduro. Hacia años que pasaba bastante de ellos, sobre todo después de
oír al Robe decir muchas
tonterías acerca de los derechos de autor y esas cosas. Quién te ha visto y quién te ve, pensé yo. Además con los años uno amplía miras y el abanico y los tímpanos buscan nuevos sonidos, normalmente más elaborados y menos ruidosos. Aunque de vez en cuando entra la nostalgia y te pones a escuchar los grupos más
macarras que encuentras, a ser posible en cinta, que te acompañaban en tus años más mozos y quizás más alegres. Pero
Extremoduro se había quedado en el limbo.
Resulta que en estos últimos días, gente con cierto criterio musical, me ha hablado muy bien "del último disco de
Extremoduro". Así que hoy,
deslizándome pausadamente por carreteras secundarias, entre campos agostados pero hermosos, le he dado una primera escucha. Y así , de primeras, he tenido que escuchar la tercera canción,
Otra inútil canción para la paz, un par de veces seguidas, porque me ha encantado. Tras el atracón he seguido disfrutando del disco.
No es mi fuerte hablar de los aspectos técnicos de las canciones. Me
limito a disfrutar,
dándole, quizás demasiada importancia a las letras. He visto en varios
blogs, como van
desgranado los entresijos de cada canción, curiosamente todos alaban el
albúm.
La estructura del disco es poco
convencional, seis canciones de larga duración, la más corta más de cinco minutos. Unos 45 minutos
aproximadamente, de buena música, para que más.
En las
listas de ventas está en primera posición, lo mas
surrealista es con quien "compite".
Leo en El País
'Robe' Iniesta desbanca a Lady Gaga del 'número 1'Y en
Europapress.es
Extremoduro le aguanta el pulso a Camela
Quiero que el odio me salga de dentro.
Pide un deseo.
Quiero cambiar este mundo tan feo