miércoles, 24 de septiembre de 2014

Vienen tiempos

El otro día escuche "La increíble historia de un hombre nuevo", de un tal Depedro, lo cierto es que no sabía quién era, pero esa  voz... La sentí dentro e intuí que vienen tiempos que cargan de esclavos las calles. Como soy un chico listo, con recursos, descubrí que quien estaba bajo el caparazón (como bien dicen aquí) de Depedro es Jairo Zavala, el que fuera cantante y guitarrista de La Vacazul. Aquí es donde quería llegar, a los primeros años dosmiles, a los conciertos memorables en el  Gruta77, Potato, HCD, Los Reconoces... En la mítica sala carabanchelera, venían tiempos de cerveza, humo, bailoteo y risas.
Depedro parece un proyecto digno de investigar por como suena y por como hablan de él los que saben. La increíble historia de un hombre bueno es su tercer disco con el que ha girado por todo el mundo, ser el guitarrista de directo de Calexico le ha abierto muchas puertas, previamente lo fue de Amparanoia y ha sido uno de los integrantes la banda de El club de la comedia.





Pero sigo con el momento nostalgia y lo que ahora me apetece escuchar es a ese grupo de Aluche que en 2004 saco un maravilloso disco, Vienen Tiempos, no fue un exito comercial -casi mejor-  pero en algunos medios especializados fue muy valorado. Estuvo, por ejemplo, en  lista de los diez mejores discos del 2004 de Rolling Stone, que quien la hiciera se ve que tenía criterio porque el primero fue "Las golondrinas etcetera" de Josele Santiago. A mi que no tengo mucha idea de aspectos técnicos musicales me flipaba la voz de Jairo, el hammond y la sencillez del grupo, nada pretencioso.


 


No encuentro vídeos decentes de las canciones que quisiera poner en la entrada, 
en los enlaces hay algunos que no están del todo mal.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Septiembre y las estaciones

Septiembre es el mes de los pijamas de rayas. Es maravilloso cuando llega el momento en el que la temperatura te permite empezar a ponerte ropa, aunque también disfruto cuando a principios de primavera o finales de invierno, siempre épocas de transición, cuando me calzo (que impropio me suena este verbo aqui, es más elegante de lo necesario, un verbo de zapatos) las chanclas y el fresquillo se cuela entre los dedos de los pies, que respiran aliviados tras meses embutidos en calcetines y calzado (otra vez, aquí si es pertinente) cerrado. Pero estábamos con las rayas y es que, como decía, me encantan (que mal suena esto). Tengo muchos pijamas que me han ido regalando a lo largo del tiempo, la mayoría rayados y como soy de naturaleza un poco desorganizado andan mezclados, con lo que nunca me pongo el pantalón con su correspondiente "parte de arriba". Se producen las mezclas imposibles, perfectas para la intimidad del hogar pero que no te atreves a utilizar en el exterior, salvo para sacar al perro por la noche. Rayas verticales que ascienden largas distancias desde los tobillos con sus contrarias horizontales, tonos muy diferentes que no pegan ni con cola, rayas y cuadros, ese anatema del estilismo.

Septiembre es el mes de los buenos propósitos, del inicio de curso, del final de las vacaciones, del regreso de los coches a la ciudad, del caos correspondiente. Septiembre es muchas cosas, hasta una maravillosa canción. Septiembre es una transición y ahí está la razón de su belleza, se acaba el implacable verano con sus mosquitos y esa canícula que te achicharra el cerebelo, pero a la gente le gusta, qué le vamos a hacer, los gustos mayoritarios son misterios insondables. Se acaba el estío (dicho así parece otra cosa, más apetecible) y empieza "elotoño" así todo junto, con su sol dorado al atardecer y todos sus tópicos. "Elotoño" lo describe Beatriz con la magia con la que las niñas despiertas ven el mundo.



"Las estaciones son por lo menos invierno, primavera y verano. El invierno es famoso por las bufandas y la nieve. Cuando los  viejecitos y las viejecitas tiemblan en invierno se dice que tiritan. Yo no tirito porque soy niña y no viejecita y además porque me siento cerca de la estufa. En el invierno de los libros y las películas hay trineos, pero aquí no. Aquí tampoco hay nieve. Qué aburrido es el invierno aquí. Sin embargo, hay un viento grandioso que se siente sobre todo en las orejas. Mi abuelo Rafael dice a veces que se va a retirar a sus cuarteles de invierno. Yo no sé por qué no se retira a cuarteles de verano. Tengo la impresión de que en los otros va a tiritar porque es bastante anciano. Jamás hay que decir viejo sino anciano. Un niño de mi clase dice que su abuela es una vieja de mierda. Yo le enseñé que en todo caso debe decir anciana de mierda.

[...]

Graciela, es decir mi mami, porfía y porfía que hay una cuarta estación llamada elotoño. Yo le digo que puede ser pero nunca la he visto. Graciela dice que en elotoño hay gran abundancia de hojas secas. Siempre es bueno que haya gran abundancia de algo aunque sea en elotoño. El elotoño es la más misteriosa de las estaciones porque no hace ni frío ni calor y entonces uno no sabe qué ropa ponerse. Debe ser por eso que yo nunca sé cuándo estoy en elotoño. Si no hace frío pienso que es verano y si no hace calor pienso que es invierno. Y resulta que era elotoño. Yo tengo ropa para invierno, verano y primavera, pero me parece que no me va a servir para elotoño. Donde está mi papá llegó justo ahora elotoño y él me escribió que está muy contento porque las hojas secas pasan entre los barrotes y él se imagina que son cartitas mías."



Beatriz es un personaje de "Primavera con una esquina rota" de Benedetti. La estación que tanto la desconcierta es el otoño austral. Aquí se puede leer el capítulo entero, merece la pena y sólo es un párrafo más. Dan ganas de borrar todo lo que he escrito y dejar únicamente el extracto de Benedetti. Por cierto, aún no me he terminado el libro.

Septiembre es mi mes preferido.


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